Cómo disfrutar de la meditación

Cómo disfrutar de la meditación

Conocí la meditación de bien pequeña, pero hace poco que aprendí a disfrutar de ella y eso ha supuesto un cambio importante en mi día a día. Gracias a disfrutar de la meditación he conseguido convertir-la en un hábito y un regalo que me hago cada día.

Desde que practico la meditación cada día he percibido que:

  • Tengo más capacidad de responder a las diferentes circunstancias del día desde la tranquilidad, sin dejarme llevar por los nervios, manteniendo la paciencia;
  • Me siento mucho más optimista de forma natural;
  • Aunque practico la meditación sólo durante 10 o 15 minutos, una o dos veces al día, me siento más centrada y tranquila durante todo el día;
  • Mi respiración se ha ampliado, la siento más cómoda y profunda;
  • Siento la mente más relajada, estoy más atenta a cada momento, a lo que estoy haciendo en el presente y mi mente divaga mucho menos.

Estos son los beneficios que yo puedo atribuir claramente a mi práctica, pero hay numerosos estudios sobre la meditación que demuestran muchos más, entre los cuales:

  • Mejora de la memoria;
  • Mejora de la estabilidad emocional;
  • Relaja la tensión muscular;
  • Mejora la concentración;
  • Reduce la presión sanguínea.

Hay muchos más, pero en general se resumen en una mejora de la salud y el bienestar general, sobre todo a nivel emocional y mental, pero también físico.

En lo que yo me quiero centrar hoy es en como disfrutar de la meditación, pues si resulta una práctica incómoda, que provoca que se duerman las piernas, genera dolor de espalda y frustración porque no puedes dejar la mente en blanco, ni estás meditando ni estás disfrutando de nada que te pueda beneficiar en ningún sentido.

Es importante entender qué es la meditación, ya que no se trata ni de poner la mente en blanco ni de mantener una posición incómoda durante muchos minutos. Meditar es una manera de entrenar la mente a poner atención en el presente y dejar de divagar. Esto aporta calma y te conecta con tu inteligencia y creatividad innatas. Te permite utilizar tu mente de manera más efectiva y menos dominada por el ego. Y puedes empezar poco a poco y respetando tu ritmo, manteniendo siempre el amor hacia ti mismo/a.

Para meditar si que es aconsejable mantener la espalda lo más derecha posible, pero sin crear tensión, ya que así permites la correcta circulación energética desde la punta del sacro hasta la coronilla. Se trata de tenerla recta sin tensarla ni dejarte colapsar por tu peso.

A mi me resulta muy cómoda la posición fácil de yoga, la típica con las piernas cruzadas, con un pequeño cojín para levantar ligeramente mi cuerpo y corregir la posición de la espalda y con las piernas cruzadas pero sin sobreponerlas, para que no se me duerman. Pero puedes sentarte también en una silla con los pies bien plantados en el suelo y la espalda recta. Lo que no aconsejo es meditar tumbado/a ya que corres el riesgo de relajar-te demasiado y dormir-te, y en este momento no es ese el objetivo.

En lo referente a la mente no se trata de ponerla en blanco sino de observar-la, de poner atención en los pensamientos que surgen y no quedarte atrapado/a siguiendo el argumento. Una imagen que a mi me resulta útil es la de visualizar que los pensamientos son nubes que alejo con el viento de mi respiración. Los observo, los acepto sin engancharme y los dejo pasar.

La respiración debe ser por la nariz siempre que te sea posible. Poner atención a tu respiración te puede ayudar a calmar la mente, sobre todo si estás aprendiendo. Pon atención y siente qué partes del cuerpo se hinchan y deshinchan y si tensas alguna zona en algún momento. Fíjate en todos los detalles de tu respiración, sin intentar modificarla, aunque es posible que sin forzar nada sea cada vez más amplia y pausada.

La duración de la práctica debe ser aquella en la que te sientas cómodo/a, puedes empezar con pocos minutos (incluso sólo 3) e ir aumentando a medida que te resulte agradable. Yo por ejemplo no suelo pasar de los 10-15 minutos y ya siento muchos beneficios. Si algún día necesitas controlar no excederte de minutos, te aconsejo que te pongas una alarma para poder estar tranquilo/a y no estar pendiente del reloj.

A partir de aquí se trata de intentar respetar las bases de la meditación y adaptar la práctica a ti. Adapta la posición, regula el tiempo y acepta tu mente tal y como es en estos momentos. Si piensa, acéptala i deja pasar las nubes. Si en algún momento te das cuenta de que te has enganchado en los pensamientos y estás organizando la cena de la noche, acéptalo con amor, respira profundamente y vuelve a centrarte para continuar. Fluye tanto como puedas y deja la rigidez a un lado. Céntrate en disfrutar de este rato, en hacerlo de modo amoroso hacia ti. Según mi opinión, es más importante disfrutar de una meditación poco ortodoxa pero que te ayuda a sentirte mejor cada día, que querer seguir técnicas rígidas si no puedes fluir con ellas amorosamente.

A veces mientras estoy meditando siento tensión en el cuello y me permito hacer algunos movimientos fluidos para continuar con más comodidad, o me permito rascarme un momento para poder mantener mi concentración si es que algo me pica y no me deja tranquila. A veces me vienen ganas de hacer movimientos sinuosos con la espalda y me lo permito, siento como si estuviera desbloqueando algo. Durante la meditación calmo la mente y conecto con mi cuerpo. No siempre estoy totalmente estática. Tampoco me pongo a hacer movimientos que me desconecten de la práctica meditativa. Quizá en un futuro practicaré la meditación de una forma más tradicional, pero de momento acepto mi nivel y adapto la práctica para disfrutar y seguir aprendiendo.

Creo que es importante llevar las técnicas a nuestro terreno, adaptarlas para que nos sean útiles, y sobre todo encontrar la manera de disfrutar de todo lo que hacemos.

¿Te animas a probar? Quizá ya meditas a menudo, ¿Quieres compartir tu experiencia? ¡Me encantará leerte!

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